Viniste bachiller y volverás comandante
Quizás ya estés durmiendo mejor, quizás ya estés inhalando aire un
poco más liviano, quizás ya estés saliendo con más frecuencia a un centro
comercial, quizás estés empezando a superar el momento más duro de tu carrera.
Han pasado algunos días desde aquel desafortunado debut en el
legendario Estadio Centenario de Montevideo, donde tuviste la misión de
proteger la soberanía colombiana de una opulenta avanzada comandada por dos
voraces y hábiles francotiradores conocidos en el medio con los alias de El
Pistolero y El Matador, cuyos verdaderos nombres son Luis Alberto Suárez y
Edinson Roberto Cavani, que entre ambos sumaron 17 tiros infalibles en 16
partidos jugados en las Eliminatorias a Brasil.
Disputaste 135 minutos discretos como lo hicieron tus otros 10
compañeros. Yepes no se barrió con la elegancia que suele hacerlo, James no
corrió frenético dejando rivales regados y Falcao no tuvo la contundencia
característica. Fue quizás el encuentro más pobre de la era Pékerman donde
tenías la difícil tarea de reemplazar a uno de los mejores laterales del mundo,
tu compañero Camilo Zúñiga. Por medio de paredes y habilidades individuales
permearon tu derecha una, dos y tres veces, tiraron centros, fabricaron jugadas
de riesgo y hasta marcaron gol. Erraste pases, se te noto nervioso y parecías
perdido, a decir verdad.
Los reproches, insultos y burlas no se hicieron esperar, la gente
se ensañó contra ti quizás por ser el más joven y, opinión personal, por ser no
solo jugador si no también símbolo de Atlético Nacional, equipo que, alejado de
cualquier pasión, despierta envidias y rencores en un país marcado por el odio.
Hicieron contigo lo que se les dio la gana, te cogieron, te
apretaron, te tiraron contra el suelo, te pisotearon, te escupieron y te
humillaron, pero vos con tu humildad característica tuiteaste el 11 de
septiembre lo siguiente: “Gracias por los mensajes buenos y malos, todos son
bien recibidos y con profundo respeto”, demostrando no solo tu grandeza, si no
también tu integralidad y calidad humana.
Fue un duro impacto, quizás igual de fuerte al que sentiste en el
2011 cuando Eduardo Lara te dejó por fuera de la convocatoria de la Selección
Colombia Sub 20 que disputó el mundial en donde fuimos anfitriones.
Seguiste entrenando callado y con las mismas ganas de
siempre, demostrándole a este país de gente denigrante que sacó lo más visceral
de sí para destrozar a una persona disciplinada, seria y trabajadora, que hizo
su mejor esfuerzo para representar a un país al que pertenecemos hinchas de
Nacional, Medellín, Millonarios, América y Junior, entre otros. Pero parece que
el color de un club pesara más que el de la misma selección, pues sesgados por
una pasión recalcitrante te categorizaron de ‘tronco’, ‘petardo’ y ‘hueco’, aún
cuando llevas a cuestas 6 títulos a tus escasos 21 años, qué ironía.
Me acuerdo cuando tenías 18 años y apenas eras una mezcla de
madurez e inocencia, tus ojos vislumbraban las ganas de triunfar y tus piernas
esbozaban hambre de gloria. Te vi ganar duelos aéreos con firmeza, vi
como ibas al suelo con barridas milimétricas que raptaban el balón como el más
hábil de los forajidos, vi como salías impetuoso de duelos cuerpo a cuerpo y
como mandabas desde atrás pelotazos precisos a tus compañeros.
Apenas en el génesis de tu carrera jugabas con el ahínco de un
veterano y eso lo evidencio tu gente, tu hinchada. A tu corta edad empezaste a
labrar el camino de un ídolo en un equipo donde muchos pasan y pocos quedan
grabados en la historia, empezaste a escribir tu nombre que seguramente con el
paso del tiempo quedará indeleble en los libros. Ese lugar te lo ganaste con
disciplina, perseverancia, talento y prudencia.
Tus condiciones y versatilidad te permitieron jugar en casi todas
las líneas del campo, marcaste goles, metiste centros, filtraste pases de gol.
Hoy después de haber aventurado en todas las posiciones vuelves
a tu lugar natural en donde te hiciste grande y te ganaste el reconocimiento
que hoy tienes.
Aún queda mucho camino por cruzar y quizás serán muchos los retos,
los caminos espinosos y los obstáculos, pero seguro los derrotarás con tu
tenacidad y sencillez. Seguro triunfarás como lo hacen las personas dedicadas.
Seguro caerás en una zancadilla que te pondrá la vida y volverás a pararte de
inmediato.
Espero que con la disciplina que has demostrado hasta hoy sigas
cosechando gestas y trabajes con el objetivo y el deseo de, algún día, comandar
la zaga de la selección absoluta.
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